Acaimo

Es del todo impactante -y no falto de gracia en cierta perversa manera- que tras el anuncio en TVE de una película con pintas horribles protagonizadas por la temible Paz Padilla, aparezca un letrero con circunspecta voz en off que dice: “Cultura Europea”.

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¿A quién más le da mucha pereza y realmente le da igual como acabe ese chicle insoportablemente extendido de nostalgia artificial llamado “Stranger Things”?
Mira que tuvo dos primeras temporadas esplendorosas, pero luego el fenómeno se comió todo el encanto.

Deseando que dentro de unos años alguien haga una peli sobre esto como la de Trumbo y todos se echen las manos a la cabeza diciendo que como pudo pasar.

Prueba de agudeza visual: adivinen, qué titular es de El País y cuál de El Mundo. Qué cansino todo…

Por eso es importante leer más de un periódico. Y mejor si son de líneas ideológicas diferentes: en algún punto entre la versión de uno y de otro estará la verdad.

Buenos días, desde la Rue del Presente, 13... 😬😩🙈

No nos vamos a rasgar las vestiduras a estas alturas de siglo por un autor tomándose libertades. Al menos, Del Toro lo hace para ser fiel a su poética personal, llevando el material a su terreno. Y lo ha hecho de una manera bella, efectiva y (tras el dubitativo inicio) amena. Muy recomendable.

Y Christopher Waltz todavía no acabo de comprender qué pintaba en la película (aparte de ser un elemento de trama necesario para explicar de dónde saca el dinero Víctor para sus trastadas). Pero bueno, siempre es un placer ver al austriaco incluso cuando está pasando de vueltas.

Lo mismo sucede con el retrato de Elizabeth, interpretado con misterio por Mia Goth: desde el minuto uno se nos pinta proclive a comprender lo extraño e insólito, algo muy conveniente para la trama, pero que a veces cuesta comprender. Su vestuario, por cierto, una barbaridad.

… pero en la novela se deja llevar por la ira y la venganza, asesinando a la prometida de Víctor como represalia por destruir a la compañera que le había fabricado. La película omite todo gesto cruel de la criatura y todas las muertes que provoca son accidentales o autodefensa.

Algo que me molesta un poco
es que Del Toro hace “trampas al solitario” para sustentar su conocida temática de la bondad, intrínseca de los monstruos, a los que considera marginados incomprendidos más que amenazas. Efectivamente, la criatura de Shelley tiene mucho de eso…

El papel difícil es el de Víctor, porque es básicamente un ser perturbado por su propio intelecto, cuya soberbia le lleva a desafiar el orden del cosmos. Oscar Isaac lo muestra con autoridad e incluso en algún momento logra que empaticemos con él.

El diseño de la criatura es sorprendente pero lógico: Shelley nunca entró en grandes detalles sobre ella, solo que estáb hecha a partir de los mejores fragmentos. La composición de Jacob Elordi, que va del asombro a la inocencia para terminar en desesperación e ira, es soberbia.

Es una aberración que esta película Netflix esté concebida para ver en televisión, cuando está planificada con un sentido panorámico en el que el concepto de escala es fundamental. Lo siento, José Luis: por muy grande que sea tu televisor de 85 pulgadas, esto es para ver en sala.

La película es muy bella, con planos dignos de enmarcar. De hecho, a veces se le va la mano con el sobrediseño: los ataúdes con máscara o esas damas fantasmales con velo son un poco “demasiado”. Aunque es verdad que Del Toro nunca dijo que intentara ser históricamente ajustado…

Luego la película va como un tiro hasta el final, por eso me irrita tanto ese inicio dubitativo, porque empaña una narrativa en general excelente.

Pero tras ese prólogo, todo lo de la infancia y primeros años de Víctor me causa sopor. Sé que es necesario para apuntalar la motivación del protagonista para desafiar las leyes de la Naturaleza, pero su narración me parece envarada e incluso rozando la cursilería.

De entrada, me flipó su prólogo en el ártico, que remite sin disimulos el episodio de la expedición del Endurance de Shackleton, una de mis aventuras históricas favoritas.

Vi “Frankestein” de Del Toro hace una semana y este es mi tercer intento de hilo al respecto. Resumen: me pasa lo que con muchas de su autor, me interesan mucho su estética y su subtexto, pero se me hace un poco de bola su narración. En este caso concreto, le cuesta arrancar.

Me levanto.
Desayuno a toda prisa.
Llego apresurado a la parada del tranvía.
Y entonces, el lunes decide regalar un momento mágico, mostrando sobre el horizonte, como si fuera una aparición flotando sobre el mar de nubes, la silueta de la isla de enfrente (Gran Canaria).

Vista la muy recomendable serie documental “Mr. Scorsese”.

-Revelador el peso que han tenido sus orígenes y que siga conectado sus colegas del barrio.

-¡No era consciente de que se hubiera casado tanto!

-Extraño que no hablen de “La invención de Hugo”.

-¿Y qué carajo pinta Ari Aster?

No niego el inmenso talento musical de Rosalía y su enorme habilidad para autopromocionarse. Pero empieza a ser muy cansino que cada canción que saca se considere automáticamente como ObraMaestra InconmesnsurablePropiaDeUnaGenia SinIgual™️.

Le pasa lo mismo con Taylor Swift…

Una puñetera vergüenza: la novena ciudad española se pudo permitir pagar el caché de Maluma en marzo pero no puede organizar una feria del libro. ¡Y con semejante mimbres aspira a ser Capital Europea de la Cultura 🤣🤣🤣!

Lo más gracioso de los comentarios ofendidos de hoy es que ya se hizo un American Psycho femenino (una muy pobre secuela directa a video).

Yo seré cortito, pero a mí me tienen que explicar bien dónde está el ahorro energético en que tenga que encender las luces de casa a las 18:25.

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Como es ya habitual en redes sociales, es un título que ha polarizado los comentarios, proclamándola obra maestra o denigrándola como vulgar autoayuda.

Creo que no es ni lo uno ni lo otro, pero sí una película sólida y fresca que reivindica la esperanza, tan necesaria estos días.

Incluso en sus títulos más terroríficos, Mike Flanagan posee una vena humanista: sus personajes no son meros elementos para avanzar la trama, sus vidas importan. Por eso no extraña que en una película fuera del género como “La vida de Chuck” esa tendencia persista y aumente.

Su principal problema es que su apocalíptico primer acto (o tercero) es tan bueno e inquietante que el resto de la peli no lo puede igualar. Es desolador, terrorífico y melancólico: el fin del mundo visto por personas de a pie. La peli va de más a menos por culpa de su peculiar estructura narrativa.

Mike Flanagan no falla: “La vida de Chuck” es una narración insólita rodada con elegancia, que se beneficia de un reparto impecable y transmite desde lugares muy oscuros un mensaje sobre la belleza de vivir.

El baile de Tom Hiddleston justifica por sí solo el precio de la entrada.

Es que esto es muy gordo. Si lo que cuenta esta señora es cierto es para quemar cosas.

Ya te digo: aquí Cadbury es un chocolate normal, me sorprendió descubrir que en la España peninsular no lo era tanto.