Dick Worthington.

‹ tarde—.

Joder, mierda —masculló, mientras se ponía en pie (sin mucha prisa tampoco) y dejaba la botella en la mesa—. Siempre es un placer emborracharme contigo, pero va a tener que esperar a otro día.

‹ estilo—.

Y que no queden ni las cenizas —añadió, su mirada oscureciéndose unos segundos.

Entonces, su teléfono comenzó a vibrar de forma frenética, y al ver quién llamaba sus ojos se abrieron de par en par al recordar que él tenía trabajo aquella ›

‹ desde hacía demasiado tiempo, le conocía demasiado bien—.

Oh, creéme, en mis sueños ya han pasado muchas cosas.

—Esbozó una sonrisa pícara, más por molestarla que otra cosa, y esperó el habitual golpe que solía venir cuando hacia comentarios de ese ›

—No le pasó desprevenido el cambio de tonalidad en su rostro, sabiendo que había dado en el clavo. Era consciente de su atractivo, lo había usado en más de una ocasión para salirse con la suya o escapar de algún lío, pero con Morgan siempre había sido diferente. Se conocían ›

‹ relajó ambos brazos sobre el regazo—.

O prenderle fuego a cualquier cosa.

‹ una pequeña pausa, mirándola, y después una sonrisilla en su rostro—. Pero bueno, ya sabía yo que estabas coladita por mí.

—Dio una calada para prender el cigarro, echándose hacia atrás y volviendo a apoyar la espalda en el sofá. Cigarro en una mano y botella en la otra, ›

—Se rió entre dientes ante la pregunta, sobre todo por lo genuina que sonaba. Perdía cierta gracia, el tener que explicárselo, pero sabía que la fastidiaría igualmente, así que encogiéndose un poco de hombros, como si no fuera nada, contestó—:

Que si alguien te chincha, es porque le gustas. —Hizo ›

‹ demasiado en dividir las sílabas.

‹ que de medio abrir un solo ojo. La silueta frente a él le resultaba conocida (como podría haberle resultado conocida la figura de cualquier mujer), aunque fue su voz la que hizo que finalmente la ubicara—.

El día que me trates con cariño, Yu —contestó, con voz pastosa y sin esforzarse ›

‹ beber hasta perder el sentido.

No tenía ni la más mínima idea de cómo había acabado allí, aunque hacía tiempo que ya no se sorprendía al despertar en los lugares más extraños. Sintió que su cabeza se movía y entreabrió los ojos, aunque los párpados le pesaban tanto que no fue capaz de más ›

—Había sido una mala semana. No podía beber cuando le necesitaban para sacarle información a alguien, y la misma experiencia de revivir recuerdos ajenos una y otra vez lo dejaba tan tocado que lo primero que hacía nada más terminar era buscar el alcohol más fuerte que estuviera disponible y ›

‹ pretendido—.

‹ si las tuviera en cualquier otro) para analizarlo y evitarlo. Agarró su muñeca tras unos segundos, aunque no le apartó la mano, y sus pupilas se dilataron ligeramente al mirarle de frente—.

Yo no le hago caso a nadie —protestó, aunque no sonó ni la mitad de serio de lo que tendría que haber ›

‹ de sangre no iba a cambiar mucho. Frunció el ceño, pues por mucho que sentimientos propios y ajenos se mezclasen en su cabeza, aquello era algo diferente. No era capaz de explicar por qué, pero lo era. Y aunque se intentó resistir un poco, no tenía ni fuerzas ni cabeza en ese momento (cómo ›

Depende mucho de quién lo haga y cómo.

—No iba a negar haberlo probado, aunque no había conseguido el objetivo que quería. Tampoco había estado mal, pero no había sido suficiente; nada nunca lo era.

Se limpió la mano en el pantalón, que ya de por sí estaba hecho un desastre, así que un poco más ›

—Agarró a la mujer por los hombros prácticamente por inercia, y no la quemó con el cigarro que llevaba entre los dedos por muy poquito—.

Ouch, ¿tan mayor te parezco para que me hables de usted?

—Al suelo que fue, la botella que llevaba en la mano saliendo despedida y reventando contra la acera. Lleva las manos hacia atrás, cogiendo impulso para sacarse a su atacante de encima—.

‹ de espía? Si no me cobras, te dejo echarle un vistazo.

‹ ensangrentada.

Aquello le sonó demasiado como una orden, por lo que apretó la mandíbula. Aun así, se pasó la mano por la boca, aguantando el dolor que eso le provocó, y lo miró con una parsimonia ante su estado de salud que resultaba preocupante—.

Ya parará. ¿O ahora eres médico además ›

—Le observó acercarse, alzando una ceja (gesto que le dolió y descartó de inmediato). Entretuvo su atención, dejando que analizara sus golpes y heridas todo lo que quisiera; a él poco le importaban, curarían con el tiempo y nuevas tomarían su lugar—.

Tiene su aquel —respondió, con una sonrisilla ›

@bloodyassassin.bsky.social ;;

No me jodas —masculló, mientras la última moneda que tenía se colaba debajo de la máquina de tabaco. No llevaba más encima (o, más bien, ya lo había gastado). Se fijó en la chica que se encontraba detrás de él, y le dirigió una sonrisa—. ¿No te sobrará una monedita?

‹ el rostro para aprovechar y encender el suyo él también—.

Lo que tienes que ahorrar en mecheros.

‹ —Comentó, con parsimonia, alzando las cejas una sola vez. Se echó ligeramente hacia delante para coger el cigarro, colocándoselo de inmediato en la boca. En cuanto Morgan terminó de encender el suyo, le agarró de la mano que tenía en llamas, sin importarle demasiado si se quemaba, y acercó ›

—Se esperaba aquel gesto, así que soltó su agarre en cuanto lo notó, y apoyó el brazo (ahora libre) en el respaldo del sofá. Seguía sujetando la botella con la zurda, y mientras Morgan buscaba el tabaco, él le dio otro trago—.

Ya sabes lo que les dicen a los niños, cuando alguien les chincha.

›

‹ 𝘚𝘶 𝘮𝘢𝘫𝘦𝘴𝘵𝘢𝘥, habla con propiedad, rubia.

—La amonestó, aunque ese deje de burla seguía presente. Alzó una ceja ante la confesión, más porque sabía que la molestaría que porque le sorprendieran sus palabras—.

Vaya rodeo para admitir que te caigo bien. Y hablando de hobbies... ¿tienes un cigarro?

—Puso los ojos en blanco ante la burla, aunque demasiado acostumbrado a que no se le tomara en serio, tampoco fue algo que le molestase. En lugar de apartarse, lo que hizo fue agarrar su muñeca; sin mucha fuerza, aunque la suficiente para que tuviera que pegar un tirón para soltarse—.

›

‹ que ahora se encontraba lejos de su alcance, algo que prefería evitar—.

‹ nombres.

—comentó, alzando las cejas en lo que él consideraba un gesto coqueto, aunque la gracia que se hizo a sí mismo y la risa entre dientes que siguió rebajó bastante el efecto deseado—.

¿A qué se debe esta interrupción de mi desayuno?

—Señaló la bebida con la cabeza, ›

—Frunció el ceño al darse cuenta de que ya no sostenía la copa entre las manos, aunque anduvo bastante lento para evitarlo. La miró con cierto fastidio y se echó un poco hacia delante, apoyando el brazo sobre la barra—.

Así era la última vez que lo comprobé. Aunque respondo a otros muchos ›

‹ danzando alrededor de su cabeza—. Depende de qué juzgues. A mi todos estos cortes y moretones me quedan genial.