Volkacio Stan | Zule 🦋✨

𝑬𝒍 𝑬𝒍𝒆𝒈𝒊𝒅𝒐 👑
𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 2. 𝑬𝒍 𝒆𝒍𝒆𝒈𝒊𝒅𝒐

«𝑨𝑼 𝑽𝒐𝒍𝒌𝒂𝒄𝒊𝒐 »
> El príncipe tendría su coronación pronto y con él, se busca una reina que le brinde apoyo y compañía durante el resto de sus días.
> Actualizaciones lentas.

Finalmente terminé de subir el AU, perdonenme, ya pueden leerlo completo 😭💖

Capítulo anterior:
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Inhaló profundamente y bajó las escaleras con cautela, procurando no despertarle. Finalmente, inició su caminar en dirección al palacio, con la esperanza de encontrar algún guardia que pudiera ayudarle con su hazaña.

Esa sería la última vez que Horacio vería a Gustabo.

×××××

Sabía que hacía lo correcto pero, aún así, aquella despedida le estaba quemando por dentro.

Le dedicó una última sonrisa triste; le dolía dejarle ir pero sabía que era la única forma de darle a Horacio la vida que merece. Escapar juntos significaba arrebatarle la oportunidad de ser feliz con los lujos y estatus que tanto tiempo estuvo soñando tener.

Finalmente, cubrió a Horacio con una manta y colocó una almohada bajo su cabeza.

Sintió la respiración de Horacio calmarse, sus ojos se habían cerrado, su pecho subía y bajaba con tranquilidad, finalmente había caído en los brazos de Morfeo. El rubio dirigió una última mirada al menor, acarició sus cabellos rojos dejando caer un par de lágrimas sobre su mejilla.

tranquilo apoyado de su regazo.

Habían acordado marchar antes del amanecer, por ello, aquellos últimos rayos de luz que les brindaba el palacio fueron instantáneamente capturados por el corazón del moreno; el rubio por su lado, capturaba con sus pupilas dilatadas el brillo de su hermano, quién sonreía (+)

El rubio le extendió la mano al moreno, misma que fue aceptada sin dudar. Subieron al techo de un edificio abandonado y, una vez ahí, tomaron asiento en un rincón para apreciar el maravilloso atardecer.

Una vez llegaron a su hogar, tomaron cosas importantes para ellos (entre ellas, algunos peluches que Gustabo le había regalado a Horacio) y volvieron a marcharse, esta vez con el objetivo de no volver.

Se podía observar a dos jóvenes sonrientes recorriendo las calles descalzos, esquivando puestos y robando una que otra cosa sin importancia, solo había un nombre para aquel sentimiento compartido: "libertad".

Ambos pasaron el resto del día juntos, el rubio se esforzó por hacer que aquel día fuera inolvidable. Aún con el corazón encogido, corrían por los alrededores del pueblo, recordando con alegría todas las aventuras y travesuras que habían vivido.

Estaba dispuesto a hacer hasta lo imposible para no separarse de él.

El pelirrojo asintió aún con el rostro cabizbajo, la ansiedad y miedo por el futuro le abrumaban. Pronto vendrían por él, lo sabía, pero prefería hacer una locura antes de abandonar a su mejor amigo, aquel que estuvo con él cuando nadie más lo hizo.

—No, no lo hay. —Interrumpió el moreno. —Tenemos que irnos lo más pronto posible.

—Vale, vale. —La voz dulce con la que el rubio le hablaba, le hacía recordar a cuando eran niños. —Por ahora, disfrutemos el tiempo que nos queda en el reino.

—Todo estará bien, Horacio. —Susurró sin separar el abrazo, sintiendo como su hermano se aferraba cada vez más a él. —Huiremos si es lo que quieres, pero aún hay tiempo.

Las personas les rodeaban pero en ese momento solo existían ellos, palabras que no fueron dichas y un vacío que solo podía llenarse por el cariño de ambos hermanos.

El rubio lo atrapó entre sus brazos y le abrazó con calidez; acarició los cabellos pelirrojos de su hermano deslizando la yema de sus dedos suavemente, sintiendo la respiración del menor chocar contra su pecho.

Los ojos bicolores denotaron confusión. —¿Y qué esperas que haga, Gustabo? —Una lágrima bajó por su mejilla. —No quiero perderte. —Soltó con un hilo de voz antes de llorar desconsoladamente.

El rubio estaba notablemente atónito, se esperaba muchísimas cosas pero esa no era una de ellas. —¿P-Pero qué dices? —Inquirió preocupado. —Que va, Horacio.

Tomó las manos de su hermano y las apretó con fuerza mientras decía. —GUSTABO, NO HAY TIEMPO, TENEMOS QUE HUIR.

Su hermano no solía expresar sus sentimientos, era bastante reservado; sin embargo, ese día el brillo de sus ojos estaba apagado. El moreno se aproximó eufórico, sacando al rubio de sus pensamientos.

Finalmente lo encontró, el rubio se encontraba sentado sobre una caja desgastada de fruta. Parecía mirar al frente pero no fue capaz de identificar a Horacio, su respiración era tranquila y su semblante, estaba serio; todo parecía indicar que ya lo sabía.

Si tan solo supieran que Horacio se sentía atrapado entre el destino y sus deseos, porque en aquel "sueño" no podía tener ambas cosas, y estaba dispuesto a sacrificarlo todo por su hermano.

"Qué joven tan afortunado", "finalmente saldrá de este infierno", "cuánto daría por estar en su lugar".

No era raro que todos le conocieran, siempre había sido social pero, en ese momento, aquello le jugó en contra.

Corrió por los alrededores del palacio hasta adentrarse nuevamente en la zona marginada; sudor y lágrimas se volvían uno en su barbilla. Evaluó cada rincón de la zona en búsqueda de su hermano mientras que, a sus espaldas, escuchaba cuchicheos de quienes lo veían pasar.

De repente, un pequeño hilo de esperanza cruzó por su mente, una fuerza que le ayudó a ponerse de pie e ir por Gustabo. No quedaba mucho tiempo, cada segundo importaba porque en mañana le buscarían y lo arrastrarían al palacio, si quería escapar de su destino debía hacerlo ahora o nunca.