Yorokobu

Por eso hoy ser mártir es imposible: no te lloran, te remixean.

Internet no distingue homenaje de burla. Lo procesa. Lo mastica. Lo regurgita. Y pasa al siguiente.

Aquí ya no se muere, se exporta. Y cada muerte es un asset visual disponible para loops, ironías, filtros y coros.

Luego George Floyd aparece en la misma canción. Opuestos ideológicos convertidos en un mashup sentimental sin ideología. Solo viralidad.

En horas: remixes, bebés con su cara, fails épicos y ascensos al cielo con Jesús esperándole en slow motion.

Lo compartió la gente MAGA, lo compartieron sus detractores y —como era inevitable— lo compartió el internet del “meme por el meme”.

El vídeo homenaje funciona visualmente, la canción emociona, todo “correcto”… pero con ese brillo inquietante. Lo tan perfecto que te da escalofrío.

No es una parodia… pero parece. Y ahí está el punto: lo solemne ya es meme antes siquiera de ser luto.

Un tipo asesinado por discurso político y una semana después su duelo se convierte en karaoke digital con IA, estadio lleno y Trump en primera fila sosteniendo un candelabro.

Ya no existen mártires, solo contenido.

Esa es la lección del viernes: ni hype infinito ni cinismo permanente. Justo en medio está lo interesante —y lo humano. ☕

Al final, todo vuelve al café del desayuno: demasiado contenido dulzón empalaga; demasiada provocación amarga.

Y la guinda: las palabras del año. Parasocial. Rage bait. Dos recordatorios de que nuestro equilibrio digital está… digamos que temblando.

YouTube video by Columbia Sportswear Expedition Impossible | Columbia Sportswear

Luego aparece Columbia y rompe la curva: reta a terraplanistas a encontrar el borde del mundo. Ni equilibrio ni diplomacia. Marketing kamikaze.

youtu.be/JxJOAsTMC6w

YouTube video by CHANEL CHANEL Métiers d’art 2026 Show in New York — CHANEL Shows

Chanel lo sabe. Por eso convierte un desfile en Nueva York en un cuento visual a cargo de Michel Gondry, A$AP Rocky y Margaret Qualley. Empalague, sí, pero del elegante.

youtu.be/3WG8hU7TSM0

Entre un café demasiado dulce y uno demasiado amargo está la única filosofía que realmente deberíamos tatuarnos: el equilibrio.

La memoria arquitectónica también es ciudad.
Y bajo los árboles, esas geometrías aún hablan.
Solo hay que escucharlas.

¿Qué hacemos con el legado cuando aún late?
¿Lo restauramos, lo habitamos, lo dejamos desaparecer?

En la Casa de Campo, la arquitectura sigue ahí, quieta, esperando ser mirada, recorrida, entendida.
No como reliquia, sino como pregunta.

Las ruinas modernas también son patrimonio.
No menos que los palacios, no menos que los templos.

Porque conservar no es embalsamar.
Es sostener la memoria del momento en que España fue capaz de imaginar futuro desde la escasez y la lógica material.

Hoy, el Museo ICO los rescata sin nostalgia:
no para congelarlos, sino para comprender qué significó aquel experimento colectivo.

Luego llegó el silencio.
Los pabellones se vaciaron, algunos se integraron, otros se olvidaron.
Modernidad sin defensas, envejecida entre árboles y abandono.

Aquellas ferias no solo mostraban productos: mostraban ideas.
Paisaje, arte y estructura en diálogo.
Murales, celosías, mosaicos… arquitectura como obra total, no mero contenedor.

La escasez no fue límite, fue lenguaje.
Sin acero, casi sin hormigón, levantaron modernidad con ladrillo y proporción.
Austeridad convertida en belleza.

Durante 25 años, el recinto ferial fue mucho más que feria: fue campo de pruebas.
Fisac, De la Sota, Cabrero, Corrales… jóvenes trazando el futuro con ladrillo y audacia.

Entre los pinos de la Casa de Campo aún respira un sueño moderno: pabellones silenciosos que un día fueron laboratorio, optimismo y ensayo arquitectónico.

Orbea, creatividad y compromiso social En Orbea la innovación no está reñida con la responsabilidad, y la creatividad convive con el compromiso social

En Mallabia no montan bicis: dibujan rutas.
‘Draw the line’ no es un lema, es un límite.
Innovar con cabeza, pedalear con corazón.

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Trabajo y ocio, ¿dos caras de la misma moneda? El trabajo era considerado como algo que sometía a las personas. Hoy se viste como una manera de autorrealización

Cuando el ocio se convierte en otra obligación más en la que siempre hay que estar haciendo algo.

Visto en @yorokobu.bsky.social

¿Crees que una marca puede innovar sin perder sus raíces?