Chris 📖 Fragmentos del Velo

Este domingo por la tardesita, haremos una sesión de recapitulación de mi mesa de spelljammer, que antes de afrontar la temporada final, y con creo que 47 episodios a nuestras espaldas, me parece buena idea contar que ha pasado para los que les interese.

Pasense por @cronicasaurt.bsky.social

Para mi gusto le falta Queso :D

La guerra no comenzó con trompetas, sino con un eclipse. En Kareth, la corona fue tomada por nadie. En el norte, los lobos huyeron. Y en el sur, los dragones rugieron de nuevo. Alerya observó el fuego y entendió: no se trataba de reinos, sino del final.

El joven del exilio, Edran, rompió el sello con su sangre. El mapa ardió en su mano, y las antiguas legiones despertaron bajo la nieve. Eran más hueso que carne, pero obedecían su voz. “No soy heredero”, murmuró. “Soy la deuda de los reyes antiguos.”

Alerya cabalgó hacia la Muralla Verde, buscando a los Centinelas del Ocaso. En sus sueños veía el trono cubierto de raíces, y un ojo abierto en la tierra. “El Heredero traerá paz o ruina”, dijo el último oráculo, antes de convertirse en piedra.

En los salones del sur, los brujos de Rhanith ofrecieron alianzas a cambio de cenizas. Los dragones no volaban desde la Última Llama, pero algo se agitaba en las cavernas. “Despiértalos”, ordenó el Consejo. “O no habrá reino que gobernar.”

El acero ya no decidía las guerras: ahora lo hacían las sombras. En los pasillos de Salhven, la princesa Alerya escondía una carta escrita con sangre. “El Heredero Perdido vive”, decía. Y en el exilio, un joven escuchaba voces en una lengua olvidada.

Cuando el Rey de Hierro murió sin heredero, las casas del norte desenterraron sus estandartes. En las Tierras Quebradas, los cuervos llegaron antes que los mensajeros. Y en la antigua ciudad de Kareth, una corona maldita brilló bajo la luna.

Al amanecer, la figura y los muertos se habían desvanecido. Pero donde estuvo el altar, crecía una flor negra que nadie se atrevía a tocar. Desde entonces, cada vez que suena una campana en la región, alguien desaparece… y una tumba se abre sola.

Los muertos formaron un círculo en torno a la figura. No buscaban venganza, sino memoria. La abadía, construida sobre un pacto roto, debía devolver lo que tomó. “El precio de la mentira es el eco eterno.” La campana cayó. El silencio fue absoluto.

Los monjes huyeron por pasadizos olvidados. El Prior, solo ante la figura, intentó alzar una cruz, pero esta se quebró en su mano. “Juraron proteger el umbral y lo traicionaron.” La campana sonó de nuevo, y las piedras del altar comenzaron a sangrar.

Uno a uno, los nombres de los antiguos abades comenzaron a resonar en los muros, susurrados por una voz que no era humana. La campana volvió a sonar, más grave. Desde las criptas, huesos envueltos en hábitos comenzaron a alzarse, obedeciendo al llamado.

Los monjes observaron desde las celosías, temblando en silencio. La figura avanzó por el claustro sin dejar huella. Donde pasaba, las velas se apagaban. Frente al altar, habló por fin: “No he venido por fe. He venido por las promesas que dejaron sin cumplir

El cuervo graznó tres veces al paso de la carroza. Nadie más la vio llegar. La tierra frente a la abadía se agrietó, y del carruaje descendió una figura cubierta de ceniza. En su mano traía una campana negra. A cada repique, una tumba se abría.

Cuando la luna desapareció, el castillo quedó en silencio. Aric ya no estaba allí, pero el libro permaneció en sus manos, con los mismos símbolos brillando. Y algo, en lo profundo de su ser, sabía que la presencia nunca lo abandonaría. Era ahora parte del castillo.
... Fin ...

El suelo tembló y la oscuridad se materializó. No era un espectro, sino algo mucho más antiguo. Una criatura nacida de las entrañas del castillo, con ojos como pozos sin fondo. “Tu alma será mía”, dijo una voz que resonó en la mente de Aric.

De repente, las paredes crujieron. Aric sintió un peso en el aire. Miró por la ventana y vio figuras difusas en el bosque. Espíritus condenados, atrapados entre el mundo de los vivos y los muertos. Y entonces, la Dama del Bosque susurró: “Lo has liberado.”

Ignorando su advertencia, Aric abrió el libro. Un viento helado recorrió la sala. Las velas temblaron y las sombras se alargaron. En las páginas, símbolos oscuros brillaban con una luz fría. Algo estaba despertando. Algo que había estado dormido por siglos.

Aric cruzó el umbral, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo. Las paredes estaban cubiertas de tapices desgastados, representando figuras extrañas. La Dama del Bosque apareció en el umbral de la biblioteca. “No debes leerlo. El libro no es lo que parece”, susurró.

La luna llena iluminaba el castillo de Evershade, donde las sombras parecían moverse solas. La puerta principal, cerrada durante siglos, comenzó a crujir. Algo estaba a punto de liberarse. Algo antiguo. Algo oscuro que nunca debió salir de su prisión.

Voy a utilizar este perfil par escribir Microrelatos para pensar, sentir y soñar. Empezamos con el primero!
Sigue...

Ostias! Traeme dos cajas!! 😂

A mi me ayudo dejar el móvil lejos del dormitorio... cojí la manía de usarlo siempre que no podía dormir. Al final dije basta y a la semana empezó a mejorar la cosa

Y yo a vosotros!!

🤣🤣

Es que si no hay Queso, no me sirve que haya macarrones 😆

Soltar el pedete justo cuando te bajas... muy mal Eñe... xD