esa conclusión habÃa llegado ante el peculiar aspecto del Korelûn.
31.08.2025 10:33 â ð 0 ð 0 ð¬ 0 ð 1@xredfoxy.bsky.social
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esa conclusión habÃa llegado ante el peculiar aspecto del Korelûn.
31.08.2025 10:33 â ð 0 ð 0 ð¬ 0 ð 1ojos verdes, y sin pensarlo dos veces ya tenÃa aquella extraña ofrenda entre sus dedos.
â ¿Agradecer? ârepitió, sorprendida, y giró la cabeza hacia Antoine al notar que contenÃa una risaâ. ¿Y que se supone que haga con esto? ¿Y por qué te estás riendo?
Para ella, era como una semilla, o a
pudo evitar sentirse identificada: después de todo, ella y Kyllian eran demasiado parecidos, aunque siempre era ella quien terminaba saliéndose con la suya.
Fue entonces cuando el Korelûn alzó algo diminuto en sus manitas: ¿una nuez?
Candy frunció el ceño, la confusión abriéndose paso en sus
hasta que los ruiditos adorables del Korelûn la devolvieron a la realidad. Sus brillantes ojitos la contemplaban con tanta intensidad que le arrancaron una sonrisa distraÃda.
Una carcajada suave escapó de ella, un murmullo dulce que revoloteó hacia Antoine cuando relató su propia anécdota. Candy no
recibido un golpe invisible que le dolÃa por dentro. Lo habÃa visto esa misma tarde, mientras se probaban los vestidos que Hyacinth habÃa confeccionado: su amiga estaba más cauta, más retraÃda, como si guardara un dolor que aún no sabÃa compartir.
La pelirroja se quedó pensativa por un instante,
ligero, disfrazando la pulla de broma.
Pero su mirada, en cambio, se tiñó de algo más grave. Candy conocÃa demasiado bien a Leontine como para no notar que algo habÃa cambiado en ella. Ese carácter feroz, esa rebeldÃa que tanto habÃa admirado en la princesa, parecÃa mellado, como si hubiese
emperador; si le preguntaban, bastante merecido, cabÃa decir.
Su respuesta fue apenas una risita seca, breve, que casi escondÃa el brillo de orgullo en sus ojos.
â Pues espero que haya aprendido del escarmiento, porque con Leontine⊠una bofetada serÃa lo mÃnimo que podrÃa recibir âdijo en tono
Mientras jugueteaba con el pequeño Korelûn, moviendo sus dedos sobre su cuerpecito de madera como si intentara hacerle cosquillas, Candy escuchaba a Antoine con media atención. Alzó la vista hacia él âarqueando una de sus cejasâ cuando comentó el incidente con las mujeres que habÃan abofeteado al
31.08.2025 10:33 â ð 0 ð 0 ð¬ 1 ð 0lograra encontrar un instante de paz en medio del caos. Y esa sensación⊠le fascinaba.
Le fascinaba profundamente.
vez has caÃdo en alguna de sus trampas? âpreguntó, con un tono que mezclaba curiosidad y diversión, dejando entrever la complicidad genuina que sentÃa con él.
Su calma le encantaba. Era como si apaciguara el fuego que siempre ardÃa en su interior, como si su cuerpo, normalmente en constante alerta,
tierna e inocente.
âEs adorable âsusurró, jugueteando con uno de sus dedos la hojita que coronaba su cabecita.
Candy desvió la mirada hacia Antoine, iluminado por la tenue luz de la luna, y no pudo evitar devolverle una sonrisa cómplice, que hablaba tanto en sus labios como en sus ojos.
â¿Alguna
sus brazos. Entonces, con un gesto cómplice, dejó un pequeño espacio para que Antoine pudiera extender la mano y acariciarlo, si lo deseaba.
Al igual que él, se retiró la máscara de zorro, dejando al descubierto su rostro por completo, salpicado de pecas que le daban un aire de dulzura
suavidad reverente. Lo acercó a su pecho, como si se tratara de un osito de peluche, y apoyó la mejilla en su diminuto rostro, rozándola con ternura.
Cuando Antoine se retiró la máscara, Candy alzó la vista hacia él, sonriendo. Avanzó unos pasos y se acomodó a su lado, el Korelûn acurrucado entre
de una dulzura inesperada.
Inclinándose un poco más, le susurró juguetona:
â Asà que haciendo travesuras, ¿hm?
Lo atrapó con sumo cuidado, aunque por dentro se morÃa de ganas de hacerlo desde el primer instante en que lo vio asomar. Rodeó aquel cuerpecito con sus manos, alzándolo con una
encontró al pequeño Korelûn, que habÃa reunido el valor para tocarla.
Candy tuvo que morderse la lengua para no soltar un grito de ternura. Con esas manitas de rama y sus diminutos pies de madera, le pareció lo más adorable que jamás hubiera visto. Una ola de calidez le inundó el pecho, llenándolo
despliegue de fuerza descomunal en el que casi se queda sin cabeza?
El chiste se disolvió en una risita breve, apenas un soplo, que brilló en sus ojos como una chispa efÃmera. Fue entonces cuando lo sintió: un roce delicado, tÃmido, sobre la tela anaranjada de su vestido. Bajó la vista y
quietud fuese una invitación silenciosa a que se acercara cuando quisiera.
Fueron las palabras de Antoine las que la hicieron arquear una ceja y volver la mirada hacia él.
â¿Le caigo bien a tu padre? âpreguntó con un deje burlón, acompañando la frase con una media sonrisa juguetonaâ.¿Después de mi
Apenas contuvo la sonrisa cuando aquella diminuta criatura volvió a intentar ocultarse, casi logrando desaparecer entre los arbustos, de no ser por la traviesa hoja que delataba su escondite. Candy no se movió; permaneció allÃ, con el torso ligeramente inclinado hacia adelante, paciente, como si su
30.08.2025 00:23 â ð 0 ð 0 ð¬ 1 ð 0aquellos ojos que parecÃan apuntar hacia ella.
Entonces giró su cabeza hacia Antoine.
â¿Hay algo ahà o tu padre también ha jugado con mi mente? âañadió en tono de broma, aunque la curiosidad vibraba en su vozâ. PodrÃa denunciarlo por allanamiento mental.
gato callejero al que solÃa alimentar.
La falda de su vestido anaranjado se desplegaba dulcemente entre la hierba, brillando tenue bajo la plateada luz, tan suave que recordaba a una delicada caricia sobre su piel.
âTe veo⊠âsusurró en un dulce canturreo, jocoso, fijando su atención en
Delineó con la mirada un silencioso camino ascendente, siguiendo la curva de aquella extraña hoja que se alzaba evidente entre las demás. Se detuvo del todo y encaró al extraño ser con su cuerpo.
Se inclinó levemente, como cuando hablaba con alguien mucho más pequeño que ella, o con algún perro o
pasos se detuvieron ligeramente cuando vio que Antoine aminoraba la velocidad y dejaba su atención en algún punto entre los arbustos. Candy parpadeó y enfocó allà también su interés, dejando que sus ojos se abrieran con sorpresa al descubrir dos pequeños destellos observándolos desde la penumbra.
29.08.2025 12:06 â ð 0 ð 0 ð¬ 1 ð 0adrenalina que, repentina, dominó cada acción de la pelirroja. La brisa nocturna acarició nuevamente su rostro, pero ahora se sentÃa más libre, como un reflejo de su espÃritu audaz y osado emprendiendo el vuelo al fin.
Solo dejaba que la guiara hacia ese campo de flores prometido, por ello sus
Un latido.
Y cuando menos lo esperó, ambos correteaban entre los asistentes. La risa de Candy resonaba baja, susurrante, como un secreto que quedaba allà enterrado, en el mar de estrellas.
La emoción se instalaba en su pecho, y jurarÃa que algo martilleaba desesperadamente, haciendo evidente la
con un deleite en cada letra pronunciadaâ. Tengo que recoger flores y llevárselas en una cesta.
Silencio.
Candy lo contemplaba expectante, detenidamente. Siguió cada uno de sus movimientos mientras Antoine parecÃa considerar, también, sus alternativas.
Vio la toma de decisión en sus ojos.
detenÃan âno del todoâ pues no dejaban de mecerse inconscientemente, pero su vista se alzó hasta toparse con la de Antoine, con la leve inclinación de su cabeza mientras le preguntaba si estaba segura.
Nunca lo habÃa estado tanto antes.
â Claro, estoy cuidando de mi abuela, ¿recuerdas?âdivertida,
apagarÃa aquella vocecita que le instaba a preguntar, saber, conocerâŠ
Hubo un instante de silencio, lo suficiente para sopesar todas sus opciones. Luego, solo una sonrisa, de nuevo con ese deje juguetón y travieso que la caracterizaba.
Fue cuando sintió que sus cuerpos, lentamente, se
expresiones.
¿Zeldrak habÃa hecho algo asÃ? Pero, ¿cómo?
â No entiendoâŠâ fue, apenas, un murmullo. Un pensamiento encontrando su lugar en el suave desconcierto de su voz.
Sin embargo, ¿iba a ser ella quién cuestionara algo as� Era mucho más lista que eso. Y aunque fuera solo por una noche,
tejido de mentiras piadosas e intrincadas fantasÃas.
Sus palabras eran foráneas para ella, y frunció suavemente su ceño, deslizando sus verdosos ocelos sobre los azules adversos en un intento por buscar respuesta a las preguntas que, sin necesidad de ser alzadas en alto, se habÃan instalado en sus
La confusión invadió el rostro de Candy. Escaló hasta destellar dulcemente en sus ojos al tiempo que completaba uno de tantos giros y, su cuerpo, volvÃa al de Antoine con una abrumadora naturalidad, como si, de alguna manera, ya hubiera asumido que esa noche él era su pequeño refugio; su paraÃso
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