Ramón

A veces
la memoria
se sienta
sobre mi hombro.

Trae polvo,
trae gritos,
trae nombres
que ya no son míos.

Intento echarla,
pero se aferra,
fumando silencios
como un viejo vicio.

Se va al final,
dejando
la puerta abierta
y el corazón temblando.

Silencio en el pecho,
olas que nunca rompen.
La noche susurra
lo que el alma esconde.

Viento helado en la sangre,
sonrisa que se quiebra.
Piedras pesan en el estómago,
gritos que nadie recuerda.

Camino sobre espejos,
cada paso, un naufragio.
Cada abrazo, un adiós
que siempre llega tarde.

No sé si habrán desaparecido de stock, pero en la web de H&M había calcetines y calzoncillos con unicornios

La soledad es un mar en calma que esconde tormentas

¿Problemas de crecimiento? 🤔

El pecho grita,
la boca se cierra.
Caen gotas como cuchillos,
silencios que arden.
Los ojos hablan
lo que la voz niega.
Sombras sangran,
secretos imposibles.
El alma escribe
en agua salada,
lo que nunca sabe decir.

Las lágrimas son palabras que el corazón no puede decir

Su influencia debe superar por bastante a su número de espectadores

Hay días
en que pensar duele,
la mente sangra.

Dejo pasar el ruido,
la culpa,
el porqué.

Me siento al borde del mundo,
mirando sin mirar,
como quien ve llover
por dentro,
rompiéndose en silencio.

Y un instante,
no sé quién soy,
ni si importa,
ni si duele,
ni si vuelvo.

A veces el mejor alivio es no entender nada

¿Cómo haces para no salir a la calle con un bate?

Un día dejó de doler
y creyó
que todo mejoraba.

Pero
era óxido.

Desde entonces
sonríe
como quien carga
una deuda.

En los ojos
una tregua
mal firmada.

Y en la voz
el eco
sordo
de quien se fue
despacio.

Nadie sabe bien cuándo empezó a fingir

Quise aferrarme al cielo,
y se quebró en silencio.

Las calles se doblaron,
los relojes se rieron,
mi sombra aprendió
a no pedirme nada.

Ahora miro
cómo se escapan los márgenes
del mundo,
y descubro que, incluso,
la verdad se puede torcer.

Mucho ánimo

Saben lo que quiere leer su nicho

La realidad se deforma cuando esperás demasiado de ella

Te pienso sin querer,
como un eco que no se va,
sonando solo en mi cabeza.

No pedí el recuerdo;
pero vino él,
con su nostalgia colgando
y olor a madrugada.

Y me jode,
porque hay ausencias
que se duermen en mi pecho
y sueñan por mí.

Nadie elige realmente a quién extrañar

Tus ojos arden,
como llamas que dudan.

El silencio huele a gasolina,
y nadie enciende el mechero.

Las palabras
se esconden bajo la lengua,
como perros flacos
que saben morder.

Y aquí estamos,
tú y yo,
jugando a no irnos,
muriendo por quedarnos.

A veces la gente se queda para no tener que explicar por qué se fue

Un hilo de luz
se quiebra en mis manos.
Camino entre sombras
que se burlan de mí.

El aire huele
a promesas rotas.
Un vacío quema
mi pecho sin consuelo.

Corro ciego
tras espejos rotos,
cada fragmento quema
lo que soy y lo que fui.

La esperanza es una trampa con luz tenue

Quisiera anclarme
en tu sonrisa,
grieta donde el mundo
se quiebra y brilla.

Cada gesto tuyo
es filo y llama;
me corta, me arrastra,
me salva y me mata.

Si el tiempo pudiera
detenerse,
me hundiría en tu luz
temblorosa,
donde tus sombras
me quieran…
y me quemen.

El caos también se aprende como idioma

El día empezó pidiéndome perdón,
la tele escupía promesas en serie.
Me reí sin ganas,
como ríen los rotos, por costumbre.
El silencio se sentó en mis rodillas
y pidió un cigarro.
No hablamos.
A veces entenderse
es no decir nada,
y seguir ardiendo despacio.

A veces uno no cambia, se esconde mejor

Me desvelé al grito de la culpa.
El techo sangraba verdades.
No espero ya nada claro,
la esperanza se astilló.

Tu rastro es un filo ardiente
que corta por donde duele.
Me cansé de lamer sombras
en espejos que no curan.

Ser escuchado sin juicio es una forma rara de milagro

Anoche soñé que el techo caía,
y en silencio decidí naufragar.
Hay paz en perder la última partida,
cuando a nadie le importa ya jugar.
El vértigo no nace en las alturas,
sino en el abismo que llevamos.
La risa escupe sangre en el espejo,
y mi sombra susurra al pasar:
no hay retorno en este lugar.