𝐌𝐚𝐭𝐭𝐢𝐚 𝐅𝐚𝐫𝐧𝐞𝐬𝐞

Se alzó sobre Judas, incorporándose ligeramente y alternanndo, así, el ángulo del beso. Obligando al contrario a dejarse caer sobre el respaldo del sofá, atrapándolo entre este y su cuerpo, cálido y lleno de vida.

Brusco, apasionado, un sonido de pura necesidad que ahogó contra su boca. —

Esa pregunta silenciosa, labios entreabiertos qué no dudaron en recibirle, la intensidad de la acción arrancándole un jadeo de sorpresa.

Fue entonces, el último atisbo de cordura deshaciéndose en aquél beso brusco y desarmante, que Mattia atentó con tomar el control del mismo.

— 𝑇𝑎𝑛 𝑓𝑎𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎𝑟, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑎𝑛 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑑𝑜 𝑎 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑧.

Instintivamente, fue con el movimiento. Largas piernas deslizándose, hasta quedar sentado ahorcadas y frente al contrario.

Buscó el tacto de su mano, frustrado al casi romper el beso; una queja involuntaria escapando su garganta.

𝘍𝘪𝘯𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆, sus labios se encontraron y la tensión rompió cómo una ola en la orilla del mar.

Llevó sus manos, tentativamente, a la cabeza del mayor. Una sobre la nuca, enredándose entre sus cabellos ondulados, la otra descansado sobre el lateral de su cuello. —

Directo hacia ese cuerpo que le esperaba, abierto, cuál invitación. ——

… 𝐽𝑢𝑑𝑎𝑠.

—— Exhaló, su aliento golpeando la piel del moreno. Esa electricidad y tensión qué les había atormentado desde el momento que cruzaron miradas, ahora palpable en su voz, en sus músculos, en la habitación.

—— Confianza que exudaba, de origen desconocido. ¿Era una fuerza que siempre había tenido y ahora salía a relucir? ¿O se trataba de algo nuevo? Cómo fuera, pudo sentir el cambio en su propia actitud. Esa magnetismo—𝘱𝘶𝘴𝘩𝘪𝘯𝘨, 𝘱𝘶𝘭𝘭𝘪𝘯𝘨— llevándole en una sola dirección:

— Sutil, agarró la mano de Judas y tiró de ella hacia la salida de emergencia. La misma que había encontrado en los primeros minutos de haber entrado en el edificio. —

“Tenemos que irnos.”

— No usó su voz, esperando que Judas fuese capaz de leer sus labios y repitió el mensaje una vez más.

Algo le decía que, si el cuadro de Gino estaba aquí, los Sabini no andarían muy lejos. —

— La atención de Mattia continuó en el cuadro, callando algo de lo qué rápidamente se dió cuenta.

Tenso, señalizó a Judas que deseaba marcharse. —

— Ese cuadro… Frunció el ceño, estudiándolo de lejos. —

Debo decir, anticipo más el post-evento.

— Medio bromeó, recordando marcharse de otro evento junto al moreno. —

me dedicaría a dormir.

— Le dedicó una mirada significativa, el doble sentido bajo sus palabras más evidente que antes.

Mattia no era imbécil, si Judas iba a proponersele de esa manera, él no se quedaría atrás. —

Aunque quizás la expresión correcta sería “si me dejarías dormir.”

Pero, uno que aceptaría con gusto.

Mano que llevó hasta su temple, inclinándose y deslizándose hasta quedar medio sentado sobre el sofá; A escasos centímetros del moreno, pierna cruzada bajo su trasero y brazo que descansó sobre el respaldo. —

Quise decir: 𝒅𝒆𝒑𝒆𝒏𝒅𝒆 de si realmente

— La respuesta que recibió fue completamente inesperada, si bien por razones distintas a las que, en un principio, se pudiera creer.

Arqueó ambas cejas, derrochando confianza al curvar las comisuras de sus labios en una encantadora sonrisa de las suyas. Ah, había sido un malentendido…

— Le mantuvo la mirada, claramente con algo en mente. Respiración calmada, inclinó su cabeza contra la palma de la mano contraria, una parodia de buscar su tacto. —

Mejor que el último, aunque…

— Calló un comentario, absteniéndose por las caricias y quedando momentáneamente distraído por las mismas, acción a la que no acostumbraba.

De soslayo, lanzó una mirada hacia Judas con sus azules, una pregunta silenciosa. —

/ voy a cenar !!

— Rodó los ojos, sacudiendo la cabeza con un leve suspiro aunque era imposible ocultar su sonrisa. —

Supongo que me viene bien, — y bajó la voz. — no tendré que moverme de mi actual residencia.

— Le dedicó una sonrisa que prácticamente irradiaba luz, agradecido. —

… 𝑱𝒖𝒅𝒂𝒔, eso es mucho dinero.

— Era una cosa recibir parte del dinero por un cuadro pintado, y otra muy distinta oír a gente pujar por él frente a tí.

Qué reconocieran su talento era algo de lo que jamás se cansaría. —

— Atento, escuchó las pujas una a una. Habiendo perdido recientemente su trabajo, dudaba qué malgastar dinero fuera una buena idea. —

— Despidiéndose de Dorian, le pareció captar a Elenora hablando con otros invitados.

Buscó su mirada, dedicándole una sonrisa a modo de saludo, y fue a dar un sorbo de su copa…

El cristal casi resbala de su mano, apartando su boca de la misma con una expresión extrañada.

¿𝙎𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚? —

— En su cercanía, gravitó hacia el contrario. Cabeza inclinada, creando cierta intimidad en la conversación. Torció la nariz, ocultando una sonrisa pilla que quiso escaparle. ¿Cómo resistirse? —

Entonces, una copa será suficiente.

Muchas gracias, el suyo también. ¿De dónde es, si me permite preguntarlo?

— Inquirió, genuina curiosidad en su voz. —

ㅤ
𝐽𝑢𝑑𝑎𝑠, él me invitó.

Enhorabuena por la fiesta, veo que está siendo todo un éxito.

— Había logrado hacerse camino entre el gentío y darle el encuentro a Dorian, espalda a la pared y copa en la mano, que mantuvo pegada a su torso para no derramar accidentalmente.

Cejas arqueadas, encogió con sutileza sus hombros y le ofreció una sonrisa encantadora de las suyas. —

𝑯𝒎𝒎…

— Subastas, negocios, exclusividad… Las típicas fiestas a las que acudían los miembros de la alta sociedad y los miembros del crimen organizado. ¿Volverían los Sabini? Esperaba qué no.

Suspiró, sonriendo en un intento de bromear. —

¿Nos va a hacer falta, o sólo intentas emborracharme?

— Oh, no esperaba qué lo hiciera. Le dedicó una sonrisa amplía, asintiendo. —

Puede llamarme Mattia Farnese, es un placer conocerle.